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viernes, 17 de diciembre de 2010

Cambia.


Pero empieza poco a poco, porque la dirección es más importante que la velocidad.

Siéntate en otra silla, al otro lado de la mesa.

Más adelante, cambia de mesa.

Cuando salgas, procura andar por el otro lado de la calle. Después cambia el camino, anda tranquilamente por otras calles, observando con atención los lugares por donde pasas.

Toma otros autobuses. Cambia por un tiempo el estilo de las ropas; da los zapatos viejos y procura andar descalzo durante algunos días, aunque sea dentro de casa.

Dedica una tarde entera a pasear libremente, oír el canto de los pájaros o el ruido de los coches.



Abre y cierra los cajones y puertas con la mano izquierda.

Duerme en el otro lado de la cama. Después, procura dormir en otras camas.

Mira otros programas de TV, lee otros libros, vive otros romances aunque sea en tu imaginación.

Duerme más tarde. Duerme más temprano.

Aprende una palabra nueva cada día.

Come un poco menos, come un poco más, come diferente: escoge nuevas salsas, nuevos colores, cosas que nunca te atreviste a probar.

Almuerza en otros lugares, ve a otros restaurantes, toma otro tipo de bebida, compra pan en otra panadería.

Almuerza más temprano, cena más tarde, o viceversa.


Prueba lo nuevo cada día: el nuevo lado, el nuevo método, el nuevo sabor, la nueva manera de hacer algo, el nuevo placer, la nueva posición.

Elige otro mercado, otra marca de jabón, otra pasta de dientes.

Toma tu baño en otros horarios.

Usa bolígrafos de otros colores.

Ve a pasear por otros lugares.



Ama cada vez más, de maneras diferentes. Aun cuando pienses que la otra persona puede asustarse, sugiere lo que siempre soñaste hacer, a la hora del amor.

Cambia de bolso, de cartera, de maletas, compra nuevos lentes, escribe otras poesías.

Abre una cuenta en otro banco. Frecuenta otros cines, otros peluqueros, otros teatros, visita nuevos museos.


¡Cambia!


Y piensa seriamente en conseguir otro empleo, una nueva ocupación, un trabajo más parecido a lo que esperas de la vida, más digno, más humano.

Si no encuentras razones para ser libre, invéntalas: sé creativo.

Y aprovecha para hacer un viaje modesto pero largo, y si es posible, sin destino.



Experimenta cosas nuevas. Cambia nuevamente. Cambia de nuevo. Prueba otra vez.

Conocerás ciertamente cosas mejores y cosas peores de las ya conocidas, pero no es eso lo que importa.

Lo más importante es el cambio, el movimiento, el dinamismo, la energía.

 

¡SOLO LO QUE ESTÁ MUERTO NO CAMBIA, Y TÚ ESTÁS VIVO!



Autor Desconocido